7 de febrero de 2017



 “El amor… es el crisol de oro al final del arcoíris; no obstante, es más que el final del arcoíris. El amor se encuentra también al principio, y de él proviene la belleza que surca el cielo en un día tempestuoso. El amor es la seguridad por la cual lloran los niños, es el anhelo de la juventud, es el elemento cohesivo que conserva unido a un matrimonio y el aceite lubricante que suaviza las fricciones en el hogar; es la paz de la ancianidad, la luz de la esperanza que brilla a la hora de la muerte. ¡Cuán afortunados son aquellos que lo poseen y lo comparten en sus relaciones con sus familiares, con los amigos, con los miembros de la Iglesia y los vecinos!”... El amor es la esencia misma del Evangelio, el atributo más noble del alma humana; el amor es el remedio para las familias en crisis, para las comunidades enfermas y las naciones con problemas; el amor es una sonrisa, un saludo, un comentario amable y un cumplido; el amor es sacrificio, servicio y desinterés.

Gordon B, Hinckley

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