7 de agosto de 2015

La noche era silente, y la lluvia incesante que veía a través de mi ventana me llamaba, sí, me llamaba. Me invitaba a ir a ella, a sentirla, a dejarle que rozara mi piel, pero tu recuerdo se hizo presente y te llamé, como la lluvia a mí me llamaba, así también te desee. Qué mejor que la lluvia y tus manos rozando mi piel?
Alisté solo mis zapatos y salí a empaparme a disfrutar y allí entre millares de gotitas tomé tu mano y sentí tu roce cálido bajo la fría lluvia. Nos reímos, bailamos, gozamos cada minuto que nuestros cuerpos se iban empapando. No importaban nuestras ropas, ni nuestro pelo, ni que nuestra alma también se desbordara, pero llena de amor, deseo, pasión; ese momento solo los dos sería impagable, imborrable. Tu beso cálido contra mis labios fríos desató el fuego que la lluvia no podría ahogar.
Y llovía,
y llovía,
y la llamada que la lluvia me hacía se fue apaciguando,
tu recuerdo desapareciendo,
y mi deseo ahogándose.

·**·.·Lizzy·.·**·

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