Había una doncella bailando por el universo. Era blanca como las
estrellas, y brillante como lo fue el bigbang.
Y ella bailaba y saltaba por el vacío, alegre y fugaz. Su sonrisa iluminaba
los mundos como si sus dientes fueran estrellas, y sus ojos galaxias.
Entonces, en un rincón del universo encontró a un ser encorvado y triste, que
lloraba.
Era un hombre, negro como el vacío, y antiguo como el tiempo.
Ella, alegre y curiosa, le pregunta “¿por qué lloras?” mientras lo mira
con sus ojos color arco iris.
Y él, con su voz amarga y profunda salido de ultratumba, responde “porque odio”.
Ella suavemente toma sus manos rugosas y lo
obliga a levantarse. Estando frente a él, adopta una pose de baile y comienza a danzar mientras lo guía en su baile.
Sonriendo aún, la dama blanca pregunta “¿y por qué odias?”.
Y él, con una mirada de dolor, responde “porque una vez amé”.
El silencio llena cada rincón el universo, mientras el baile se volvió un girar y girar. Y por primera vez,
ella dejó de sonreír.
Finalmente dijo “envolviste tu amor en un negro odio”
“Pero veo ese punto
de amor aún existiendo en tu
interior.”
Ella acerca su rostro al de él y dice “Porque odias lo que amas. Así como yo soy capaz de amar lo que odio”. Y volvió a sonreir.
Y un punto negro apareció en el pecho de la dama blanca y un punto
blanco apareció en el pecho del
caballero oscuro. Y el universo observó a esa pareja de luz y oscuridad girar sonrientes por toda la
eternidad.
---- Gigio ----
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